TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD Y PSICOANÁLISIS RELACIONAL.
Desde la perspectiva psicoanalítica, los trastornos de la personalidad se entienden como patrones desadaptativos de funcionamiento psíquico que tienen su origen en el desarrollo temprano del individuo. Se consideran el resultado de fallas o dificultades en el logro de hitos importantes del desarrollo psíquico, especialmente:
- Una falla en alcanzar la triangulación edípica, manteniendo relaciones principalmente duales.
- Dificultades de integración de la identidad y las relaciones objetales.
- Problemas en el desarrollo del yo y sus funciones.
Se caracterizan por el uso predominante de mecanismos de defensa primitivos o inmaduros, siendo la escisión uno de los más relevantes. Esto lleva a una visión polarizada de sí mismo y los demás.
Existe un yo precario y una gran fragilidad psíquica que se manifiesta en:
- Dificultades del control de impulsos.
- Inestabilidad afectiva.
- Problemas de identidad.
- Relaciones interpersonales inestables.
Hay una tendencia al «pasaje al acto» y a manifestar malestar a través del cuerpo, en lugar de poder simbolizarlo y expresarlo mediante el lenguaje. Predominan estados de angustia difusa y sensaciones de vacío, más que síntomas neuróticos estructurados.
El psicoanálisis relacional enfatiza el papel crucial de las relaciones interpersonales en el desarrollo psicológico. La mente se desarrolla a través de las interacciones con otros, las experiencias tempranas dan forma a los patrones relacionales y el inconsciente es interpersonal y no únicamente intrapsíquico.
Este enfoque considera la relación terapéutica como central para facilitar el cambio, focalizándose en explorar cómo las experiencias pasadas influyen en las relaciones actuales y fomentando la capacidad del paciente para comprender su propios estados mentales y los de los demás (mentalización).
El psicoanálisis relacional ofrece un enfoque único para tratar los trastornos de la personalidad, ya que se centra en el contexto interpersonal del desarrollo psicológico. Este método pone énfasis en la exploración y modificación de los patrones relacionales desadaptativos que contribuyen al trastorno. Los aspectos clave del tratamiento incluyen:
- Identificar y comprender cómo las experiencias tempranas dan forma a las relaciones actuales.
- Desarrollar la capacidad de mentalización: comprender los propios estados mentales y los de los demás.
- Aprender a regular las emociones intensas en contextos interpersonales.
- Reestructurar las representaciones internas distorsionadas de uno mismo y de los demás.
- Utilizar la relación terapéutica como herramienta de cambio y crecimiento: la relación terapeuta-paciente sirve como un microcosmos para explorar y modificar dinámicas relacionales problemáticas, lo que permite la observación e intervención en tiempo real.
Este enfoque es particularmente beneficioso para los trastornos caracterizados por dificultades interpersonales, como el trastorno límite de la personalidad (TLP), ya que aborda directamente los problemas relacionales fundamentales que subyacen a la afección.
